lunes, 15 de febrero de 2021

La langosta, una peli para reflexionar sobre el ¿por que amamos?

Cuánto estamos dispuestos a resignar por tener un compañero de vida? O en el otro extremo, somos capaces de recorrer la vida solos, sin el apoyo y la compañía porque mejor estar solo que mal acompañado? La película invita a pensar sobre para qué y por qué decidimos formar una pareja, y como juega el amor, lo que nosotros queremos y los canones sociales en esa elección. 


Podemos preguntarnos, ¿por qué estar en pareja? Y decimos, que es importante tener un compañero de vida, pero no cualquiera, sino alguien que nos ame por lo que somos, sin condicionamientos. Que nos respete, que nos acepte, que nos apoye, que quiera caminar esta vida juntos. Alguien que quiera intentarlo, y con quién poder construir “nuestro” camino. Buscamos en alguien aquello que también estamos dispuestos a dar. Porque esto es de a dos, y si para el otro no hay una persona de este lado, no tiene sentido. 

Pero, como lograrlo si para amar y conocer al otro necesitas tiempo, compartir momentos, descubrirse de a poco… Pero no, cada día nos damos menos el espacio para conocer a alguien, buscamos las cosas fáciles, sin problemas, sin complicaciones, alguien que no altere “nuestro hábitat”, pero nos olvidamos que el encuentro con el otro es de por sí complejo, y si bien el amor es el principal ingrediente, a veces no es suficiente si no aprendemos a aceptar las debilidades del otro. Puede que seamos poco en algún aspecto de nuestra vida, porque hay cosas que nos salen mejor, otras con más dificultades, todo eso es parte de nuestra historia, y de lo que pudimos hacer con ella. Una vida llena de fantasmas, de miedos, que quizá no sea fáciles de entender, porque quizá mucho hubieran llevado la vida de otra manera… Pero eso es lo que pudimos hacer nosotros en la circunstancia que nos tocó vivir, y que nos define como somos hoy. Muchas veces, eso que somos no tiene mucho que ver con lo que hoy se espera que seas, y en una sociedad cada vez más tolerante hacia la libertad personal, te condena por no ser como la mayoría, por ser distinto…

En este contexto te acostumbras a no esperar… a arreglártelas solo, el alma se va secando... Cuando giras a tú alrededor y sólo ves agua. Eso angustia, algo te presiona en el pecho, pero sabes que no va a cambiar, que no podes esperar nada... que tenés q acostumbrarte a vivir así, porque que las cosas cambien no depende sólo de nosotros, hay un otro q tiene q tener el deseo de acompañarte. Así, la soledad se va arraigando a tu ser, y dejas de esperar, de ilusionarte, perdés las esperanzas y eso seca el alma... y te decís… hay q seguir adelante… y haces de la soledad un bandera de guerra… como en el bosque de los solteros que describe la película

Y a veces, cuando parece que algo puede ser distinto, sos como aquellos personajes que por el solo hecho de salir del hotel terminan justificando todo, conformándose con migajas, porque la cuestión es no estar sólo… pero de q sirve estar con algunas personas si, en el fondo te seguís sintiendo solo... sólo por unos minutos de compañía... sólo para cuando viene a buscarte... de q sirve una relación de estar solo por un momento

Sin embargo, a veces solo nos acostumbramos a vivir de esos momentos, buscamos un sinfín de momentos, todos y cada uno de ellos efímeros, superficiales, pero la suma de momentos ayudan también a cerrar ese vacío... ayuda? O es sólo tapar el sol con un dedo? Al final del día estamos igual de vacíos que al amanecer… nos vamos a dormir esperando que mañana el día sea distinto… quizá mañana si aparezca… siempre la misma esperanza… pendiente, siempre pendiente de ese alguien, que ni siquiera sabemos quién es, pero que esperamos se acuerde, se interese… pendiente siempre pendiente de que el otro aparezca… y nos olvidamos de estar pendiente de lo importante… de Nosotros mismos… 

En el fondo, buscando en el otro, ese calorcito de hogar, que no somos capaz de darnos, y que lo sustituimos con la mínima lumbre de una vela que rápidamente se consume, llenamos esos espacios con vanalidades… pero que mal o bien ocupan un lugar en ese vacío, aunque sea por ese simple momento… porque de última decimos la vida es una sucesión de momentos…. Y no nos animamos a contar la historia completa...

viernes, 18 de octubre de 2013

Cuando las palabras hieren más que una espada

Las personas no toman dimensión de lo que las palabras pueden provocar en las otras personas. En un post anterior escribí que muchas veces las palabras no eran capaces de expresar lo que los sentimientos tienen para decirnos. Pero, sin embargo, las palabras pueden herir los sentimientos más profundos. Qué loco! No pueden expresar lo que sentimos, pero pueden herir nuestros sentimientos con una herida mucho más profunda que cualquier arma. Duelen cuando esas palabras provienen de personas importantes en nuestras vidas, y eso es lo que más duele. Son esas personas, las más cercanas, las que más nos conocen, las que son capaces de lastimarnos ahí donde más nos duele… las palabras no pueden expresar los sentimientos que tenemos hacia aquellas personas que más queremos, pero sin embargo son capaces de herirlas profundamente. ¿Cómo se hace para borrar del alma las heridas que provocan las palabras?, ¿Se mira para otro lado? Porque el perdón no alcanza… Quizá sea el rencor el que gane la batalla y deje abierta la herida. Aunque, quizá el perdonar al otro y no el perdón que el otro nos da luego de habernos lastimado sea el camino a recorrer para sanar esa herida. Y aquí también recuerdo otro post que escribí, ser empático y entender que aquella persona necesitaba de alguna manera llamar la atención y “gritar” lo que buscaba decir, poniéndole énfasis en aquello que sabe que más cerca del alma nos va a llegar y que nos va a hacer vibrar. Entender por qué el otro dijo lo que dijo, que en definitiva es su decodificación de la realidad y que por más cierto que lo crea, no necesariamente represente lo que siente o no representa a quien busca herir con esas las palabras, porque quizá no lo conoce lo suficiente o no tuvo la capacidad de ponerse en el lugar del otro para entenderlo y pensar dos veces antes de decir algo. Como última reflexión, mejor antes de decir algo que sabemos puede lastimar mucho a alguien que queremos, pensemos dos veces, pongámonos en el lugar del otro e intentemos entenderlo.